ABSTRACT

In the battle for political space in postconflict Guatemala, protective accompaniment presents prospects for actualizing citizenship rights. I use the term proxy citizenship to refer to the potential for limited rights transfer between citizen bodies, privileged and bare. Foreign accompaniment volunteers can influence the dynamics of conflict by being present and bearing witness, therein supporting the (re)placement of local human rights defenders in the politico-juridical sphere as rights-bearing citizens empowered to testify against impunity. I situate my own experiences in Guatemala within the broader literature on radical democratic theory and geographies of citizenship, examining the possibilities and problems associated with exploiting the differential “worth” of citizen bodies. Taking up the claim that “presence signals the possibility of a politics,” I argue that putting citizenship in the line of fire may open modest but strategic pathways in transnational solidarity.

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En la pugna por espacios políticos en la Guatemala postconflicto, el acompañamiento protector se ofrece como opción para actualizar los derechos ciudadanos. Utilizo la expresión ciudadanía proxy para referirme al potencial para la transferencia restringida de derechos entre los cuerpos ciudadanos, los privilegiados y rasos. Los voluntarios extranjeros de acompañamiento pueden influir sobre las dinámicas del conflicto al hacerse presentes y fungir como testigos, apoyando en consecuencia el (re)emplazamiento de los defensores locales de los derechos humanos en la esfera político-jurídica, como ciudadanos abanderados de los derechos con el poder de atestiguar contra la impunidad. Sitúo mis propias experiencias en Guatemala dentro de la más amplia literatura sobre teoría democrática radical y las geografías de la ciudadanía, examinando las posibilidades y problemas asociados con la explotación de la “valía” diferencial de los cuerpos ciudadanos. Adoptando el dicho de que “la presencia es señal de la posibilidad de una política,” arguyo que al poner la ciudadanía en la línea de fuego se pueden abrir rutas modestas pero estratégicas de solidaridad transnacional.