ABSTRACT

Cuando salí de la peluquería, sabía que no tenía ganas de volver a casa. Hacía un tiempo precioso y las terrazas de los cafés estaban llenas de gente. Caminaba despacio porque quería disfrutar el ambiente. El calorcito del sol en la cara me hacía sentirme bien. Decidí sentarme y tomar un helado. Llamé al camarero que vino enseguida. Cuando volvió con el helado, tropezó con una silla y me lo tiró sobre mi camiseta nueva. Se disculpó muchísimo y al final me trajo un helado más grande y no me dejó pagar.