ABSTRACT

Como se ha indicado en las páginas anteriores, para que exista una verdadera autonomización del aprendizaje a través de las TAC en contextos educativos presenciales o en línea, tanto formales como no formales, el profesor ha de desempeñar un papel activo, incluso ser él quien inicie el proceso para que el alumno sea quien tome las decisiones en cuanto a los contenidos, la gestión y la evaluación de su aprendizaje. Sin embargo, según se ha explicado en el capítulo anterior para el caso de los estudiantes, los docentes también se enfrentan a diversos tipos de limitaciones, no solo debidas a las circunstancias relativas a la falta de preparación y disposición tecnopedagógica de su alumnado, sino también a las que son consecuencia de sus propias actitudes hacia el cambio tecnológico, sus creencias sobre la autonomía del aprendizaje, las características de su formación como docentes y el contexto laboral en el que desempeñan el ejercicio de su profesión (Pajares 1992; Woods 1996; Richards y Lockhart 1998; Hativa, Barak y Simhi 2001; Cummings 2008; Sancho Gil 2009; Borg y Al-Busaidi 2012).