ABSTRACT

Con qué inmensa pericia manejamos los humanos la memoria, o mejor sería decir la desmemoria, para arrojar más allá de los confines de nuestro entendimiento todas aquellas realidades que resultan incómodas. Pongamos el caso de los pobres, pero de nuestros pobres, de los miserables del Primer Mundo, de aquellos desesperados que da la casualidad que son nuestros vecinos y que justamente por eso, por proximidad, resultan amenazadores e inquietantes.