ABSTRACT

Desde su adopción hacia finales del siglo x ix , la noción de fonema —segmento fónico capaz de distinguir significados— ha sido un concepto de enorme importancia y utilidad en la comprensión y explicación de cómo funcionan los sonidos del habla en las lenguas humanas. El fonema constituye sin duda una de las ideas más infuyentes e imperecederas en la historia de la lingüística moderna; se trata posiblemente de la contribución más significativa a la disciplina de la lingüística de las escuelas estructuralistas europeas y norteamericanas que se desarrollaron durante la primera mitad del siglo xx (para un panorama histórico del fonema, pueden consultarse, entre otros, tratados como Fisher-Jørgensen 1975, Lass 1984, Anderson 1985 y Robins 1997). En varias escuelas lingüísticas el fonema fue considerado durante mucho tiempo la unidad más elemental de la organización fónica de las lenguas naturales, el componente básico de la estructura fonológica que no puede ser analizado en unidades sucesivas más pequeñas. Dentro de perspectivas más recientes, esta posición privilegiada del fonema como pieza básica e indivisible de la estructura fonológica ha sido suplantada por los rasgos distintivos, es decir, en conjunto de propiedades fonéticas, ya sean acústicas o articulatorias, de que se componen los fonemas. en la práctica, sin embargo, los fonólogos han continuado el uso y la referencia a los fonemas, ya sea como una manera conveniente de abreviar las matrices de rasgos distintivos en las trascripciones fonémicas, ya como un equivalente de la “representación subyacente” en los análisis del marco generativo (Chomsky y Halle 1968 y multitud de trabajos subsiguientes), si bien esta última no siempre coincide con la representación fonémica clásica.