ABSTRACT

Convenevole da Prato, el maestro de Petrarca, comenzaba ‘quotidie’ un libro con una ‘mirabilis inscriptio’ y lo abandonaba una vez redactado el prólogo. Todavía más drástico, Jorge Luis Borges—imagino—fantaseó una biblioteca integrada exclusivamente por fichas, porque los títulos lo decían todo. ¿Podría figurar en ella la obra maestra de la novela europea? Quizá sí, pero primero tendríamos que averiguar en qué términos la bautizó Cervantes, y cómo y cuándo.