ABSTRACT

El proceso que lleva a una persona a ser bilingüe o multilingüe deja una huella marcada en su desarrollo neurológico. La adquisición de lenguas hace que el cerebro reaccione como si fuera un músculo bien ejercitado: al aprender una L2, el cerebro se vuelve más receptivo a aprender una tercera lengua (L3) más fácilmente y con mayor rapidez (Sanz 2000, 2007; Bialystok 2001, 2007). Las ventajas no son solamente lingüísticas, ya que algunos estudios (Peal y Lambert, 1962; Lambert 1967; Jessner 1995) han probado que muchos niños que han aprendido una L2 antes de los cinco años demuestran mejor rendimiento escolar en todas las áreas de estudio de la escuela primaria, entre ellas el aprendizaje de las matemáticas y de conceptos abstractos. También sabemos por investigaciones realizadas por el equipo de Bowden et al. (2013) que personas de la tercera edad que aprendieron una L2 después de la infancia procesan la sintaxis de una L3 de manera similar a como lo haría un hablante nativo.