ABSTRACT

Cuando Nebrija regresa de Bolonia en 1473, donde había estudiado el latín y la recuperación de los clásicos con Lorenzo Valla, su formación humanista choca contra la barbarie escolástica aquí reinante. Y aunque su intento de aprovechar aquel momento histórico de proyección internacional para elevar el castellano al nivel del latín falló en su aplicación, queda la labor inaugural del viejo gramático que, en el alborear del Siglo de Oro, fundó la lengua moderna. Y con la innovación, una vía: la que lo llevaba, no a la rigidez del arte antiguo, sino a la inmensidad de una lengua que por entonces empezaba a vivir. En esa misma dirección de nuestro primer humanista, abandonada a lo artificioso y abierta a lo nuevo, iba a moverse Garcilaso de la Vega 1 .