ABSTRACT

Aunque la idea de una vida mental inconsciente no tiene su origen en Freud, sino que formaba parte de los antecedentes intelectuales de su tiempo (Ellenberger, 1970), el concepto que heredó era puramente descriptivo, y hacía referencia al hecho de que la conciencia abrazaba sólo una pequeña parte del conocimiento y de la memoria en un momento dado, todo lo que quedaba fuera de este punto de la conciencia era inconsciente. No fue hasta que Freud hubo trabajado clínicamente con pacientes histéricos, primero con Charcot y más tarde con Breuer (Freud [con Breuer], 1895d), cuando comenzó a tomar forma el concepto de un inconsciente dinámico; a medida que se acumulaban las pruebas de que los síntomas histéricos se construían a partir de recuerdos inconscientes de acontecimientos traumáticos, la idea de que el material psíquico podría estar reprimido y mantenerse activamente en un estado inconsciente, se hizo cada vez más apremiante. Freud pronto se dio cuenta de que había tropezado con una poderosa herramienta de explicación y comenzó a aplicarlo a otros fenómenos psicológicos. Las bromas, los actos fallidos, los lapsus linguae y los síntomas neuróticos quedaron, a su vez, iluminados por su reflector heurístico y, en poco tiempo, los había usado 146para desentrañar el misterio de los sueños. En el momento en que hubo terminado de escribir La interpretación de los sueños (1900a), un trabajo que él consideró como su obra magna, ya había forjado una teoría más o menos coherente de lo inconsciente dinámico y había delimitado lo que consideraba como sus principales características sistémicas (sistema Icc.).