ABSTRACT

Durante los últimos 15 años, el campo del español como lengua de herencia (ELH) ha gozado de una visibilidad cada vez mayor. Esto se debe a la necesidad de identificar, entender y responder a las metas y las motivaciones de nuestros aprendices del ELH, sobre todo en el contexto de los Estados Unidos donde la población hispanohablante representa una gran porción de la sociedad (véase Torres, Pascual y Cabo y Beusterien 2017). Brevemente, los hablantes del ELH, para aquellos que son nuevos en el campo, son bilingües que han adquirido el español principalmente como una lengua minoritaria en el contexto de su hogar/comunidad y que, además, tienen una conexión ancestral con la lengua y su cultura (p. ej., Valdés 2001). Al ser una lengua minoritaria en comparación con el inglés, el español no goza del mismo prestigio sociopolítico, cultural y educativo. Como consecuencia de este contexto sociolingüístico, el conocimiento y el uso del español entre los hablantes de herencia varía mucho en comparación con el de los hablantes monolingües o incluso el de otros bilingües en comunidades hispanohablantes donde el español es lengua mayoritaria (p. ej. Puerto Rico).