ABSTRACT

La isla de Mona, localizada entre Puerto Rico y República Dominicana, preserva evidencias tempranas de la interacción entre europeos e indígenas a través de pinturas rupestres e inscripciones en su amplio sistema espeleolacustre (Cooper et al., 2016; Samson et al., 2017). Actualmente deshabitada, la isla de Mona fue un centro de encuentro intercultural en el siglo XVI. Una investigación arqueológica colaborativa entre la Universidad de Leicester, el Museo Británico y el gobierno de Puerto Rico (Departamento de Recursos Naturales y Ambientales y el Instituto de Cultura), titulado Corazón del Caribe (por la forma de corazón que posee el litoral de la isla), empezó con un sondeo de las cuevas en el 2013, que reveló evidencia arqueológica indígena bien preservada en 30 de los 200+ sistemas subterráneos de las islas (Cooper et al., 2016; Samson et al., 2017; Lace et al., 2019). Fuera de las cuevas, el sitio costero cercano del pueblo de Sardinera estuvo habitado en tiempos precolombinos, convirtiéndose luego en el lugar para la producción de pan de yuca y de algodón del siglo XVI para los trabajadores en minas de oro en los nuevos territorios colonizados. Investigaciones previas (Rouse, 1952; Dávila, 2003) han documentado la ocupación precolombina, mostrando una mezcla de material indígena-español en capas superiores. Hasta esta colaboración reciente, se asumía que la mayor parte del sitio había sido destruido por proyectos de construcción.