ABSTRACT

El Caribe, como región de habla hispánica, constituye una unidad dialectal para algunos, mientras que otros describen similitudes sin necesariamente postular que la región es lin-güísticamente uniforme. Las hipótesis que la describen como unidad oscilan desde posturas que atribuyen los rasgos comunes a lenguas de sustrato (Henríquez- Ureña 1921; Lenz 1940), a la influencia de dialectos particulares del español peninsular (Rosenblat 1962; Isbasescu 1968; Boyd- Bowman 1973; Lapesa 1986), a procesos de criollización (De Granda 1976; Lipski 1988; Lorenzino, Álvarez, Obediente y Granda 1998) o a posiciones universalistas y teleológicas (Chela Flores 1986). Sin embargo, hay gran variedad fonética (Resnick 1975) y, como señala Guitart (2001), la complejidad de variantes diatópicas y diastráticas atestiguadas dificulta una descripción uniforme para la región.