ABSTRACT

La envidiable posición geográfica de la Península Ibérica, al extremo más oriental del Mediterráneo y con dos mares, ha facilitado que durante siglos fuera un destino idóneo para asentamientos poblacionales e intercambios comerciales con otras culturas. Desde los primeros tiempos diferentes oleadas migratorias procedentes del centro y sur europeo llegaron de forma continua a estos territorios. La población autóctona junto con estos inmigrantes, colonos, invasores y navegantes mercantiles servirán de base para conformar el resultado lingüístico final de varias lenguas peninsulares, entre las cuales se encuentra el español.