ABSTRACT

Es innegable que existe, así sea en un nivel general bastante abstracto, un español panhispá- nico o español general, que es la lengua materna de casi 500 millones de hispanohablantes, que pueden comunicarse sin demasiadas dificultades a uno y otro lado del Atlántico y, en el continente americano, desde México hasta Tierra del Fuego, además de en buena parte de Estados Unidos. Es innegable también, sin embargo, que no existe tal cosa como un español de América, sino que la lengua española en este continente tiene tal diversidad dialectal—fónica, gramatical, discursiva y mucho mayor aún, como es lógico, léxica—, que es mejor hablar del español en América. Este español es la lengua materna de aproximadamente el 90% de la población hispanohablante actual. Se trata de un español pluricéntrico y plurinorma- tivo, incluso, al interior de países de gran extensión y muchos millones de hablantes, como sería el caso de Argentina, Colombia, México o Perú. La variación, diacrónica y sincrónica, y la diferenciación dialectal, que son consustanciales al funcionamiento de cualquier lengua, se hacen más acusadas cuando se trata de la lengua común a 19 países hispanoamericanos, cuando abarca una extensión territorial de algo más de 12 millones de kilómetros cuadrados, cuando cubre una longitud en línea recta de casi 12.000 kilómetros, cuando una intrincadí- sima geografía montañosa constituye la frontera natural de muchos de esos países y cuando supera los 500 años de profundidad histórica. Tal es el caso del español en América. De hecho, tal extensión territorial ininterrumpida convierte al español en la única lengua del mundo cuyos hablantes nativos pueden moverse sin solución de continuidad y comunicarse en una misma lengua en la mayor vastedad geográfica del planeta.