ABSTRACT

El término imperativo es ambiguo. Desde un punto de vista sintáctico, el imperativo puede hacer referencia a lo que conocemos como la oración imperativa en sí (“¡Haz los deberes antes de jugar a la consola!”; véase Rizzi 1997 sobre el concepto de fuerza elocutiva en la sintaxis). De forma más general, el imperativo puede referirse al acto del habla, aparentemente universal (Aikhenvald 2010), donde se exprese una orden, ruego o súplica, entre otros usos. Nos referimos a una interpretación imperativa de una oración que no lo es morfosintácticamente (“Vas a trabajar muy duro a partir de ahora”, una oración declarativa interpretada como imperativa). En este sentido, el imperativo incluye actos indirectos del habla (Levinson 1983) no expresados por medio de la oración imperativa en sí. Menos común es la inclusión o interpretación como imperativa de oraciones que parecen serlo en forma como las imprecaciones (“¡Muerde el polvo!”, por evitar ejemplos soeces) pero que, en realidad, constituyen lo que se conoce como actos menores del habla (Sadock y Zwicky 1985).