ABSTRACT

Si, como decía Cervantes, ‘la discreción es la gramática del buen lenguaje, que se acompaña con el uso’, hay que decir que aquélla impregna toda su obra, mostrando una doble faz, ética y estética, que se manifiesta tanto en los aspectos formales como conceptuales, afectando incluso a los modos de comportamiento que impulsan la acción de los personajes. 1 El catálogo de discretos y discretas que puebla sus novelas es amplísimo, aunque no falten en su teatro, incluidos los entremeses, donde la discreción brilla con pespuntes irónicos desde la dedicatoria, donde la desazón del autor por no verlos representados, se traduce en una queja elíptica contra ‘los farsantes que, de puro discretos, no se ocupan sino en obras grandes y de graves autores’.