ABSTRACT

La investigación llevada a cabo por Manuel Serrano y Sanz, José Sánchez Arjona, Jean Sentaurens y Lola Luna ha contribuido a catalogar la producción literaria de Ana Caro Mallén y a demostrar que fue una escritora “de oficio” muy vinculada con el poder político de su época. Las dos instituciones más potentes, la monarquía y la Iglesia, financiaron la publicación de su trabajo y la contrataron para que escribiera Autos Sacramentales y Relaciones que narraran y promocionaran acontecimientos religiosos, sociales y militares. 1 Gracias a la amplia documentación recientemente rastreada por Juana Escabias, y publicada en su artículo “Ana María Caro Mallén de Torres: Una esclava en los corrales de comedias del siglo XVII” y en su edición anotada de El conde Partinuplés, se ha podido llenar el vacío biográfico que había sobre la escritora y su familia. 2 El resumen que se ofrece de la vida de Caro Mallén parte, por tanto, de la minuciosa información que sobre ella nos ofrece Escabias. La partida de bautismo de la escritora nos revela unos datos hasta ahora desconocidos. Ana Caro Mallén fue una niña esclava adoptada por Gabriel Caro de Mallén (1569–¿?) y Ana María de Torres (1575–1606). Como consta en dicho documento, en 1601, cuando fue bautizada, ya era considerada una persona “adulta.” Esta información confirma que la escritora creció en el seno de una familia acomodada y que era andaluza pero no de Sevilla, como hasta ahora se pensaba, sino de Granada. La fecha que aparece en su partida de bautismo lleva a Escabias a deducir que podría haber nacido alrededor de 1590, por lo que, en 1601 tendría unos diez años. 3 Su padre adoptivo nació en Sevilla y llegó a ser procurador de la Real Audiencia y Cancillería en Granada, donde contrajo matrimonio con Ana de Torres, hija de nobles granadinos. Con ella tuvo un hijo, Juan Caro de Mallén de Torres. Éste llegó a ser caballerizo mayor de la marquesa de Villanueva de Valdueza, dama muy vinculada a la Corona y camarera mayor de la Reina (“Ana María Caro” 185). Tras el fallecimiento de su primera esposa, el padre de Ana se casó con Alfonsa de Loyola. De esta relación nació Juan Mallén (¿?–1663). Este segundo hijo se hizo fraile dominico y llegó a ser vicario general de la provincia de Manila (“Ana María Caro” 184). Obviamente, el haber crecido en el seno de una familia de nobles españoles hizo posible que Ana pudiera formarse intelectualmente y que de adulta tuviera la oportunidad de conocer a mecenas pertenecientes a la nobleza española (Luna 121–13; Escabias, “Ana María Caro” 189–190). Como explica Escabias, la adopción de la autora hay que entenderla dentro del contexto histórico de los moriscos granadinos y su crítica situación entre 1568 y 1571. Los levantamientos que estos protagonizaron durante esos años tuvieron como consecuencia la persecución y expulsión del país de esta comunidad en 1609 (Escabias, “Ana María Caro” 187). Ana Caro Mallén de Torres fue uno de los niños moriscos que se libró de la esclavitud a la que fueron sometidos muchos de los menores que el Estado había separado de sus familias. Para evitar conflictos con el resto de la cristiandad europea y el papado, Felipe II lanzó una campaña de adopción entre los cristianos viejos. Esta iniciativa del monarca no se debe entender como un acto de compasión por su parte, sino como una estrategia que tenía dos objetivos políticos importantes: A nivel nacional, quería garantizar la “asimilación cultural” de estos ciudadanos y, a nivel internacional, necesitaba evitar conflictos con el resto de la cristiandad europea y el papado. Nuestra escritora fue uno de esos niños que se benefició de esta campaña de adopción (2012, 187–88). Como apunta Escabias, aunque adoptar y bautizar a Ana probablemente se debió al deseo de esta pareja de participar en ese proyecto de asimilación de los moriscos, sería injusto que nos limitásemos a cargar de connotaciones políticas la decisión de esta familia y no la reconociésemos como “un acto de acogimiento y protección hacia la niña” (“Ana María Caro” 188), ya que el matrimonio evitó de esta forma que fuera esclavizada o expulsada del país. En 1628, la familia se trasladó a Sevilla para que el hermano menor pudiera estudiar Teología. No es casualidad, por tanto, que sea en esta ciudad donde se publica, en ese mismo año, el primer trabajo de la escritora y donde profesionalmente se desarrolla su actividad literaria (Luna 14; Escabias, “Ana María Caro”190). Nueve años después, Ana se muda a Madrid por un corto periodo de tiempo para realizar un encargo literario del duque de Olivares (Luna 13).